jueves, noviembre 02, 2006


" No hay en nuestra casa más que un lecho, demasiado ancho para ti, un poco estrecho para nosotros dos. Es casto, blanco del todo, desnudo del todo; ningún cubrecama oculta, en pleno día, su honesto candor.
Los que entran aquí no saben que cada noche el peso de nuestros cuerpos juntos ahonda un poco más, bajo su mortaja voluptuosa, ese valle no más amplio que una tumba:
¡Oh, nuestro lecho desnudo! Una lámpara deslumbrante, inclinada sobre él, lo desviste más todavía. No buscamos, en el crepúsculo, la sombra sabia, de un gris de araña, que filtra un dosel de encaje; ni la luz rosa de una lamparilla color de conchas marinas... Astro sin alba y sin ocaso, nuestro lecho no cesa de irradiar más que para hundirse en una noche profunda y aterciopelada."

Collete, con manos revolucionarias para su época, narra la pasión que ardia en el interior de todos los amantes.


miércoles, noviembre 01, 2006


PSICOANÁLISIS

La turbación atenaza mi ser, deseo liberarme de su gobierno.
Recurro a Freud en auxilio de su teoría, que libere las cadenas de mi lamento, aflojando la tensión de mi alma.
Se a que temo, se de lo que huyo.
Mi miedo al cambio me hace desear algo que aborrezco la estabilidad, la monotonía, pero con ello la seguridad, la protección de la niña indefensa oculta en mi interior que siempre rechace. Dando a mi personalidad un talante avaro y posesivo, coleccionando tesoros fútiles sin valor. Mi “si mismo” disputa con mi “si mismo ideal” citando a Carl Rogers.
Huyo del abandono, sufrí esta herida en la juventud y todavía sangra con dolor, lo que produce un carácter arrastrado, ocasionando un ser errático, escurridizo que se evade de ataduras, vagabundo de fidelidades.

Pero paradójicamente chocando con mi ideal de mi misma, soy dependiente en exceso y fiel hasta el asfixié, encontrándose con el pavor a la dependencia absoluta.
Sin querer verlo, he ido a parar a una tormenta de elementos desatados que no cesan en su intento de destrucción.