
PSICOANÁLISIS
La turbación atenaza mi ser, deseo liberarme de su gobierno.
Recurro a Freud en auxilio de su teoría, que libere las cadenas de mi lamento, aflojando la tensión de mi alma.
Se a que temo, se de lo que huyo.
Mi miedo al cambio me hace desear algo que aborrezco la estabilidad, la monotonía, pero con ello la seguridad, la protección de la niña indefensa oculta en mi interior que siempre rechace. Dando a mi personalidad un talante avaro y posesivo, coleccionando tesoros fútiles sin valor. Mi “si mismo” disputa con mi “si mismo ideal” citando a Carl Rogers.
Huyo del abandono, sufrí esta herida en la juventud y todavía sangra con dolor, lo que produce un carácter arrastrado, ocasionando un ser errático, escurridizo que se evade de ataduras, vagabundo de fidelidades.
Pero paradójicamente chocando con mi ideal de mi misma, soy dependiente en exceso y fiel hasta el asfixié, encontrándose con el pavor a la dependencia absoluta.
Sin querer verlo, he ido a parar a una tormenta de elementos desatados que no cesan en su intento de destrucción.
1 comentario:
Quizás sea el paseo en los límites borrosos de las fronteras, el sentir interno de la contradicción hecha monstruos nuestra condición humana.
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