
Fue mejor tiempo pasado, a veces nos regodeamos con esta idea, pecamos de viciosos en revolcarnos en el pasado, analizándolo, desmenuzándolo y desmembrándolo.
¿Es sano? ¿Es cuerdo? ¿De veras nos ayuda?
Cierto que la humanidad, en general, no debe olvidar los males para no repetirlos y nosotros como individuos también tendríamos que aprender de los propios.
Pero los buenos momentos que observados desde el prisma del presente se nos antojan mejores, ¿es una ilusión, una perspectiva deformada de la verdad?
En el fondo nos deleitamos rebobinando las escenas bellas porque ansiamos la eternidad de esa felicidad, es una alegría segura, conocida y controlada por los recuerdos.
Obnubilamos nuestro futuro prometedor por lo seguro, por lo fiable, el mayor miedo es la incertidumbre, lo incontrolado.
Rememoramos con ardiente deseo, tan real es la nostalgia que nos perturba en lo profundo de nuestro ser.
Pero no somos eso, ¿criaturas que contienen el pasado, presente y futuro?
A caso no debemos convivir constantemente con esta trinidad, siendo carga, alivio, consuelo y motivación